Notas

30/11/2019

EXPERIENCIA EN PARCELAS DE PRODUCCIÓN: Aplicación de fungicida con distintas boquillas y su efecto en el rendimiento de soja

La eficacia de los fungicidas depende de varios factores

Por: Rafael Feiten, Marlon Eidt y Guillermo Enciso.

La roya asiática de la soja (RAS), causada por Phakopsora pachyrhizi, es la principal enfermedad que afecta a la soja en el país, pudiendo ocasionar perdidas de rendimiento del 80% (Hartman et al. 2015). Las principales estrategias para el manejo de la RAS son el uso de variedades resistentes y precoces (Yorinori et al., 2005), monitoreo, eliminación de hospederos secundarios, y aplicación del vacío sanitario (Xavier et al., 2015). Sin embargo, el uso de fungicidas es la práctica más eficaz y mayormente utilizada para el control de la RAS (Langenbach et al. 2016).

En este punto es importante señalar que muchas veces la aplicación de fungicidas no resulta en un buen control de la enfermedad. La falta de control de los fungicidas son varias. Existen cuestiones que deben atenderse antes de juzgar el efecto de un tratamiento, las cuales si se descuidan pueden llevar al fracaso en el control químico (Enciso-Maldonado, 2017), estas son:

— Utilización de sub-dosis de los fungicidas.

— Selección errónea de la formulación (adherencia y persistencia).

— Mezcla de fungicidas con insecticidas que causan floculación en la solución del tanque.

— pH de la solución del tanque.

— Uso de adyuvantes sin tener en consideración el clima, la superficie vegetal y la formulación.

— Tecnología de aplicación inadecuada (máquinas y picos).

— Evitar aplicaciones en horarios en donde puede ocurrir inversiones térmicas.

— Resistencia a los fungicidas utilizados.

Fuente: Michereff (2016).

Tecnología de aplicación en el control de RAS

El éxito del control químico de la roya asiática depende de la tecnología de aplicación empleada (Tormen et al., 2010). En las aplicaciones actuales, la cantidad de principio activo que realmente alcanza el objetivo es mucho menor que la aplicada (Chaim, citado por Tormen et al., 2010).

Para alcanzar un control efectivo de plagas y enfermedades, el ingrediente activo debe llegar al dosel, y a medida que se cierra el cultivo, debe alcanzar las hojas inferiores del dosel, lo cual no siempre se consigue.

La RAS inicia la infección desde las hojas inferiores, por lo que se hace importante que las gotas lleguen a ellas en cantidades suficientes y cubriendo la mayor cantidad de superficie foliar.

En tecnología de aplicación, el resultado biológico depende del resultado físico, es decir del tamaño de las gotas, por ello es importante conocer los distintos tipos de pulverizaciones que se obtienen con las diferentes boquillas.

Los picos de pulverización determinan volumen de aplicación, uniformidad de la aplicación, cobertura y el potencial de deriva. Las gotas de mayor tamaño tienen un menor potencial de deriva debido a que evaporan más lentamente, caen más rápidamente y son menos afectadas por el viento, mientras que las gotas pequeñas tienen mayor potencial de deriva (Figura 1).

De manera general, la recomendación del tamaño de gotas varía dependiendo del objetivo. Los insecticidas de contacto deben aplicarse con gotas de tamaño pequeño (80 a 100 µm), los herbicidas pos-emergentes y fungicidas son más efectivos con un tamaño de gota de entre 100 y 150 µm; mientras que los herbicidas desecantes son más efectivos con tamaños de gotas de entre 150 a 200 µm. Por otro lado, la experiencia nos indica que para evitar pérdidas por evaporación, los insecticidas de contacto pueden seguir siendo efectivos con gotas de tamaño de 100-250 µm, los herbicidas pos-emergentes y fungicidas son más con gotas de 150-250 µm y herbicidas desecantes con tamaños de gotas de entre 200-350 µm.

La densidad de gotas es otro factor que debe tenerse según el producto a asperjar. Para aplicaciones de insecticidas y herbicidas pre-emergentes se requieren 20 a 30 gotas/cm2, herbicidas de contacto post-emergentes son más efectivos con 30 a 40 gotas/cm2 y los fungicidas con 50 a 70 gotas/cm2.

La selección de la boquilla de pulverización es una de las formas de lograr una mayor cobertura y deposición del ingrediente activo sobre el objetivo biológico. Según Christofoletti (citado por Tormen et al., 2010), para una buena eficacia en el control de la enfermedad es necesario cubrir 30 a 40 gotas/cm2 para fungicidas sistémicos y entre 50 y 70 gotas/cm2 para fungicidas protectores.

Experiencias en parcelas de producción

Durante la zafra 2015/2016 se realizó una prueba para evaluar el efecto la aplicación de fungicidas con distintas boquillas de pulverización sobre el rendimiento de soja. La prueba se realizó en una parcela de producción del productor Camilo Feiten en la Colonia Pacú Cuá II, Santa Rita, Alto Paraná. Se realizaron cuatro aplicaciones de fungicida.

Se evaluaron cuatro tipos de boquillas y se compararon con un testigo. Para cada boquilla se utilizó el mismo volumen y el caudal fue de 700 ml min-1. La presión de trabajo fue de 60 PSI con caudal de 100 L ha-1, manteniendo una velocidad de 8 km h-1. El tamaño de gotas son todas fina (F) según el catálogo.

Comentarios finales

Solamente se ha hablado de algunos de los factores que se deben tener en cuenta al elegir las boquillas de pulverización. Sin embargo hay otros como la presión y la velocidad de aplicación que juegan un papel importante sobre la eficacia del producto aplicado.

La elección de una inadecuada boquilla de pulverización puede llevar al productor a que tenga que volver a pulverizar o se encontrará con una inminente reducción del rendimiento.

Fotos: Jacto.Br.