El escenario difícil igualmente dejó lecciones en todo el globo. La importancia de replantear prioridades, la apuesta por sectores que generan verdadera riqueza y dan respuestas a acuciantes problemas o incluso tener con un tiempo para reflexionar lo que se está haciendo bien o no. La coyuntura igualmente tampoco fue muy grata para nuestro país. A la par de la pandemia, se sucedieron otros problemas a lo largo de un doble 20 que multiplicó preocupaciones y generó inquietudes. La economía se vio mutilada en varios factores y la educación requirió de una readecuación, mientras la salud empezaba a colapsar.
Y en medio de todo esto, en lo que nos compete como medio especializado en el campo, una vez más la producción fue pilar fundamental para evitar que se siga desmoronando toda la estructura. La soja, como el rostro visible de aquellos rubros que muchas veces reciben ataques o no son comprendidos, fue determinante para no bajar las persianas. La producción agroindustrial nacional se puso los pantalones largos para salir a cubrir las necesidades locales. Se demostró que se puede realizar un efectivo combate al contrabando y existen artículos nacionales que tranquilamente pueden abastecer al mercado interno, evitando así que mercaderías ilegales los suplanten a aquellos. Año difícil, pero del cual siempre se pueden obtener lecciones. Una de ellas, reiterar la necesidad de enfocarse en lo que realmente importa. Otra, nuestro aparato productivo pese a todo, siempre está ahí para atender las necesidades. Aun en tiempos difíciles. Una realidad que muchas veces se quiere ocultar.