Nota de Tapa

20/08/2021

Dos décadas con tendencia a avances y a nuevos desafíos

En estas dos décadas se notó un sostenido avance del sector productivo. Si bien, se registraron altibajos como es de suponer, fue determinante el desempeño del campo para conquistar varios logros. La adopción de tecnología y los buenos vientos a favor fueron determinantes para consolidar al sector como pilar de la economía nacional y llevar al país a ser referencia como productor y exportador de alimentos. El desafío ahora pasa a saber reorientar las velas para conducir el navío de la mejor manera posible en una coyuntura muy diferente a tiempo atrás.

En términos económicos, Paraguay registró mayoritariamente un periodo de bonanza en las dos últimas décadas, alentadas por los vientos de cola favorables a la producción, en gran medida generada por la demanda de alimentos, siendo estos el rubro fuerte de la estructura económica nacional. Así, de problemas financieros a finales del siglo pasado, sumados a tropiezos en sanidad animal y al vaivén de la incidencia climática en la agricultura, el país se posicionó como referente en la producción y exportación de alimentos. Entre los puntos igualmente destacados se pueden mencionar el trabajo de mantener una macroeconomía sana y estable, más allá de las demandas sociales. Los números indican evoluciones favorables incluso en términos de ingreso per cápita, lo que contribuyó a dinamizar la economía. En materia de inversiones, desembarcaron varios proyectos e iniciativas. Se avanzó en la industrialización de la materia prima y se exportaron mercaderías no tradicionales y/o a mercados no tradicionales de manera inédita. Crisis económicas se sucedieron, como en el 2008, con secuelas en el país al año siguiente o sequías fuertes, como la del 2009. Pero todo esto se contrarrestaba con el colchón que produjeron en aquella época los buenos años de los commodities y la recuperación fue tal que se lograron crecimientos récords como no se habían registrado en varias décadas. Pero sin duda, con la merma de esos vientos de cola a favor, el arribo de la pandemia en el 2020 se sumó a otra serie de adversidades, como menos precios y sequía. Quizás por eso en el último año se sintió con más fuerza los golpes que en otras partes se venían dando y que por la estabilidad macroeconómica aquí se atenuaban. Volvieron a aparecer otros problemas como la situación del Mercosur cada vez más debilitado. Y en toda esa situación, la producción siempre colaboró para evitar una caída mayor. A veces en forma aislada, la agricultura o la ganadería, pero siempre una de las patas “salvando el año”. Fue el sector agropecuario y forestal igualmente promotor de las inversiones.


Mientras se logró cierta estabilidad con la inflación, la alta dependencia de nuestra economía hacia la actividad del campo hizo que aquella permanentemente fluctúe según el comportamiento del clima y su incidencia en la producción. Por ello se evidenció la importancia de apuntar a dar valor agregado a la materia prima y a instalar grandes industrias en el país. Afloraron aceiteras, frigoríficos, molinos y otros, incluso con sectores como biocombustibles y almidón. Los granos también fueron incorporados en piensos. Uno de los sectores más relegados, el forestal, empezó a tener algunos respaldos, como la denominada “Ley de Vuelo Forestal” y otros. Las inversiones en reforestación aumentaron y la producción combinada ganó terreno, con emprendimientos agrosilvipastoriles. La infraestructura y la logística se vieron beneficiadas con nuevos puertos, rutas y ampliación de la capacidad estática. La generación de puestos de trabajo creadas por el campo fue fundamental para mejorar las condiciones de vida de muchas familias. La adopción de tecnología igualmente supuso un impulso a las actividades del campo. Paraguay fue incorporando incluso biotecnología a otras especies no solo a la soja. A la par, la soja también pasó a ser un rubro de las pequeñas fincas. Los números demuestran el interés de varios campesinos minifundiarios en cultivar la oleaginosa. El maíz también avanzó gracias a la tecnología y se posicionó como el segundo rubro en importancia. Las investigaciones en trigo, por privados, hoy son referencia internacional. La ganadería pasó momentos difíciles como la pérdida de estatus y cierres de mercados por la aftosa, pero hoy mirando atrás el crecimiento fue determinante. Todo esto hizo que también el sector financiero mirara de otra forma al campo y se habilitaron nuevas y especiales líneas para acompañar las tareas. Nuevos productos afloraron y ensancharon la cartera crediticia. El sector cooperativo también tuvo un despegue con emprendimientos trascendentes como un banco y una empresa de insumos con capital cooperativo. La industria de maquinarias e implementos agrícolas y las proveedoras de insumos también se vieron favorecidas con demandas por productos de calidad cada vez mayor. La tecnología también se notó en estos segmentos en donde hoy ofrecen artículos tan avanzados como facilitadores de la tarea en el campo. Las comunicaciones igualmente demostraron que es un aliado importante para que el campo no pare, sobre todo en el último año. Muchos otros avances se dieron en dos décadas, ahora el panorama está más incierto.

ALGODÓN
Tras su estrepitosa caída, la superficie y la producción se mantuvieron sin mayores sobresaltos en estas dos últimas décadas. Sí se notó un incremento en los rendimientos, posiblemente alentados por una mecanización del cultivo y el empleo de biotecnologías.

 

 

 

 

 

 

 

ARROZ CON RIEGO
Aunque la superficie presentó un interesante incremento, la producción fue la que dio un salto en estos 20 años. Fue uno de los rubros con mayor inversión de las empresas, motivados igualmente por la posibilidad de exportar, con lo que pasó a tener participación propia entre los envíos de granos.

 

 

 

 

 

 

 

CANOLA
De comportamiento irregular, su cultivo fluctuó bastante incluso con años sin registrar siembra o producción, sobre todo en el arranque del milenio, a pesar de las grandes expectativas que generó a finales del siglo pasado. Por lo demás, mantuvo cierto nivel de piso en los rendimientos anuales.

 

 

 

 

 


 

CAÑA DE AZÚCAR
El gran desafío sigue siendo mejorar los rendimientos. Si bien es cierto, en los últimos años se está logrando incrementos, el techo productivo todavía está muy distante. Se notó igualmente una intención de tratar de retomar trabajos de investigación. Hubo cierto avance en mecanización.

 

 

 

 

 

 

 

GIRASOL
Otro de los rubros con muchos vaivenes y que está muy supeditado a la variación de cultivos de mayor peso, por lo que muchas veces debe ceder espacio para dar a aquellos. Existieron intentos por fortalecerlo, pero hubo años malos que terminaron por relegarlo en una tendencia a la baja en los últimos años.

 

 

 

 


 

KA’A HE’E
Impulsado como opción para los pequeños agricultores y con algunas inversiones importantes en los primeros años del milenio, el cultivo presenta cierta tendencia alcista en superficie y producción. Nota pendiente es uniformar rendimientos y tratar de incrementarlos. Las exportaciones se concentran en nichos de mercado.

 

 

 

 


 

MAÍZ
Uno de los cultivos con mayores saltos en estos veinte años. Manteniendo prácticamente la superficie logró tendencias alcistas en producción y rendimientos y todavía tiene para más. Mucha apuesta privada por tecnologías cada vez más elevadas y gran difusión con principal rubro de entrezafra en la rotación de cultivos.

 

 

 

 


 

MANDIOCA
Uno de los rubros más estables, salvo un par de temporadas, pero sin mayores sobresaltos. Se apostó por industrializar la materia prima a principios del siglo. Luego se frenó un tanto debido a problemas en la comercialización. No obstante, se lograron abrir mercados y a la vez, contribuir en la seguridad alimentaria.

 

 

 

 


 

MANÍ
Entre los sectores que siguen impulsando su cultivo están las cooperativas de producción del Chaco. La variación de cotización hace que los agricultores a veces opten por otros rubros como sésamo o chía. Más de la mitad del volumen obtenido se exporta y también existen trabajos de investigación en el sector público.

 

 

 

 


 

POROTO
Importante por su contribución en la seguridad alimentaria, es uno de los rubros que igualmente recibe algún tipo de trabajos de investigación por parte del sector público, justamente por su incidencia en las fincas de pequeños productores. En veinte años, salvo la mala campaña de principios de la década pasada, por sequía, mantuvo sus niveles en superficie, producción y rendimiento agrícola.

 

 

 

 

 

 

SÉSAMO
En el principio surgió como alternativa de renta para la agricultura familiar con la caída del algodón. No obstante, demostró en estos años mucha irregularidad en superficie, producción y, por sobre todo, precios. Todo ello hicieron que algunos busquen otras opciones. No obstante, logró mercados de exportación.


 

 

 

 

 

 

SOJA
La constante fue aumento de área, incluso llegó al Chaco. Altibajos por años buenos y malos o precio fluctuante no impidieron que siga como principal motor del PIB agrícola. Grandes inversiones en genética, industrias e infraestructura acompañaron su desarrollo. Igualmente, la agricultura familiar la introdujo como rubro de renta.


 

 

 

 

 

 

TABACO
Uno de los renglones agrícolas más regulares, quizás por la concentración que se tiene en la comercialización, al ser algunas tabacaleras las que operan en el mercado. La tendencia al mejoramiento del rendimiento presenta un ligero incremento en dos décadas. Si bien presente en varias zonas, el cultivo se centra más en el Norte.

 

 


 

 

 

TÁRTAGO
Otro de los rubros en los que se dio especial interés a principios del milenio, aunque luego decreció, perdió impulso hasta ubicarse en una meseta en superficie y producción. El rendimiento, igualmente, salvo los malos años de sequía u otro motivo, se mantuvo relativamente estable.


 

 

 

 

 

 

TRIGO
El gran énfasis privado en las investigaciones determinó que el cultivo no se afecte más con la entrada de otros actores en época de invierno. Se logró posicionar a Paraguay como exportador del cereal siendo país subtropical y amplió sus mercados de destino. La calidad del grano impulsó inversiones y promovió la industrialización.

 

 

 

 

 

 

YERBA MATE
Originaria de estas tierras como el ka’a he’e, tuvo una recuperación tras la a inicios del siglo. Las áreas se renovaron al introducir innovaciones como la producción orgánica o la combinada con otras actividades, como reforestación. Su demanda externa se mantuvo, lo que permite seguir exportando a nichos específicos.

 

 

 

 

 

 

Rol determinante del campo para el desarrollo

Uno de los referentes nacionales con mejor panorama para realizar una reseña de las transformaciones registradas en el país, impulsadas por el campo, es el ex ministro de Hacienda, Manuel Ferreira Brusquetti. Gentilmente accedió a realizar un rápido recuento de algunos puntos destacados en estas dos últimas décadas y de cómo la actividad productiva fue determinante para dinamizar al país. Consideró que la agricultura y la ganadería conocieron de grandes cambios y, con ellos, generaron oportunidades a otros sectores de la producción y de la economía nacional, además de mantenerse como pilar de desarrollo incluso en las comunidades locales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Ferreira Brusquetti, economista.

El ex ministro recordó que en el caso de la soja, se pasó de un millón de hectáreas sembradas con un volumen que no superaba las 3,5 millones de toneladas, a prácticamente triplicar esos niveles. Esto trajo consigo la expansión del negocio en un concepto conocido como cadena sojera, al incluir componentes como maíz, trigo y otros rubros, más sus derivados y subproductos. Se dio un incremento del área de los granos en general, incluso ya presente en el Chaco. Un jugador importante, rememoró, fue China, quien de prácticamente no compraba carne, incrementó su demanda y disparó otras situaciones, como suba en la compra de granos, etc. El cambio de paradigma del combustible en Estados Unidos, al incorporar maíz y generar biocombustibles también contribuyó a transformar el mercado internacional de commodities, dijo. Entonces, de un precio en torno a 200 dólares, se pasó a unos 350 dólares en el caso del grano, lo que motivó también a que Paraguay incremente su área con este cultivo, sobre todo en el periodo de entrezafra, en rotación con la soja. Antiguas áreas ganaderas, como Canindeyú, pasaron a constituirse en zonas agrícolas. El precio de la tierra también se cotizó y generó movidas inmobiliarias y de inversiones rurales. Las agroindustrias también se dieron, como aceiteras, harineras, etc. En parte esto obedeció a la ganadería, pues se dio una “expansión significativa”, expuso, sobre todo una vez que se controló la parte sanitaria, se trabajó en seguir avanzando en calidad genética. No solo se recuperaron mercados sino que también se abrieron nuevos. Así, de unos 50 millones de dólares de facturación anual por envíos de cárnicos, se saltó a 1.400 millones de dólares. La cartera de bancos se abrió a nuevos proyectos ganaderos y a inversiones productivas en general y se avanzó en la integración productiva, pues hubo industrialización de la materia prima a nivel local para incorporar a la alimentación del ganado. Esto también supuso un cambio de modelo productivo, por lo menos se pasó de un sistema tradicional de pastoreo a introducir más el confinamiento animal y posiblemente se pasó de 1% o 2% de experiencia a un 30% de su adopción. No dejó de lado la cuestión de la logística, en donde gracias al complejo sojero y también a las exportaciones cárnicas, entre otros componentes, se derivó en una flota importante para transporte fluvial con bandera nacional, aprovechando el tránsito por la hidrovía Paraguay – Paraná y, con ello, en forma paralela, el desarrollo portuario privado. Es un hecho por demás trascendental, recalcó.


Finalmente abordó el tema del campo como motor de desarrollo. “Una de las cosas que estamos viendo es el impacto de la pandemia, que también afectó al campo, pero sin que este se paralice. Vimos cómo en el sector agrícola hoy hay 30 mil productores de soja, alrededor de 130 mil tenedores de ganado y todo lo que ello implica. Muchas ciudades hoy florecieron gracias a la producción. Crecieron o tuvieron un nuevo impulso. Es un dato no menor. Creo que con esto se reseña bastante. Sin olvidar también la reducción de pobreza y de desigualdad, aunque todavía hace falta seguir avanzando”, concluyó.